Como un abrazo invisible, nos acompaña en los momentos donde el corazón se siente abrumado, nos ayuda a respirar cuando la ansiedad intenta tomar el control. Es ese espacio de calma que aparece cuando más lo necesitamos, permitiéndonos reconectar con nuestra paz interior incluso durante las tormentas emocionales. Un recordatorio suave de que, aun en momentos difíciles, podemos encontrar equilibrio y serenidad para seguir nuestro camino.